El joven protagonista, Cándide, de bien expresivo nombre, practica un optimismo ciego guiado por su tutor, el Doctor Pangloss, que le asegura que todo es para bien en el mejor de los mundos posibles. Llevando a su bien sonante novia, Cunegunda, de la mano, y al referido Doctor Pangloss, Cándide viaja a Lisboa, París, Buenos Aires y hasta al mítico El Dorado, descubriendo a su paso la maldad, la bajeza, la envidia, el sufrimiento y hasta el crimen. Despojado de su idealismo, termina por recalar en Venecia acompañado por la inefable Cunegunda, y sus últimas palabras en la obra, consagrado a su jardín, proclaman: “Y antes de morir tratemos / de dar sentido a esta vida. / No somos sabios ni buenos: / hagámoslo lo mejor que sepamos"
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