Un día como hoy se estrenó el aclamadísimo musical con la presencia de actores como Manuel Bandera.
El 15 de octubre de 2003 se estrenaba en la cartelera madrileña el musical CABARET en el Nuevo Teatro Alcalá.
Pocas funciones bastaron para consolidarlo como una de las grandes producciones del momento, que llegó a ser vista por más de 900.000 espectadores. Para tal fin, el mismo teatro de Madrid sufrió una completa transformación, viéndose ambientado, desde el escenario hasta el mismísimo patio de butacas, como un auténtico cabaret berlinés de los años 30.
Mesas de sala, pequeñas lámparas de luz roja y mortecina, sillas de bar, e incluso sillones para el patio de butacas transportaban al espectador al mismísimo corazón de la vida nocturna en la Alemania nazi.
CABARET en sí, es ya una obra de culto debido no sólo a su producción cinematográfica, sino a un excelente libreto y a una partitura excepcional.
La música de John Kander destacó sobremanera gracias a la interpretación de la orquesta y el acompañamiento vocal que prestaba el elenco. Todo embebido de las influencias germanas y tirolesas, como en "Two ladies" o "Tomorrow belongs to me", lo que supuso un importante aliciente histórico y ambiental.
Por supuesto, gran parte del éxito que supuso este musical en la capital española fue debido a la espléndida puesta en escena, encabezada por un reparto inmejorable. Desde el elenco de bailarines hasta protagonistas de la talla de Natalia Millán , Asier Etxeandía o Manuel Bandera, que consiguieron que cada representación fuera una verdadera trama tragi-cómica.
La ingenuidad velada de Sally Bowles, la perplejidad y a su vez desenfreno de Cliff Bradshaw, el afán optimista de Herr Schultz o el desencanto apático de Fraulein Schneider son sólo algunos de los ejemplos de estos caracteres imprescindibles, que sólo un cuadro tan experimentado de artistas podría conseguir de manera tan magistral, sin necesidad de diálogo.
Célebre por la película que dirigió Bob Fosse y protagonizó Liza Minnelli en 1972, CABARET nació seis años antes en las tablas de Broadway, en una producción dirigida por Hal Prince que se basaba en las narraciones de Christopher Isherwood y en una obra teatral de John Van Druten, momento en el que ganó 8 premios Tony. En 1998, y antes de su «explosión» cinematográfica, Sam Mendes puso en pie una nueva versión de la obra que escribieran Joe Masteroff, John Kander y Fred Ebb. Se inspiraba en una producción que ya había estrenado en Londres cinco años antes, aunque para su montaje neoyorquino contó con la colaboración del coreógrafo Rob Marshall, el director de la película CHICAGO.
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