Diez años después del incendio que provocó Thrill Me en el Off Broadway, la llama ha prendido en el famélico panorama de treatro musical español. Excítame, flameante, diabólico y pasional juguete, ha regresado a Madrid como contrapunto del buenrollismo transformista y multicolor de Priscilla Reina del Desierto. Cada uno en su lugar, ofrecen una mirada en la que en otros tiempos podría considerarse una desviación de conductas.
En el Madrid de hoy, por suerte, la homosexualidad y transexualidad que muestran estas obras no son más que parte de un todo y no la premisa que acongoja al espectador. Su disposición es paradigmática. Mientras Priscilla copa las alturas del Nuevo Teatro Alcalá con su primavera plastificada, Richard y Nathan, los protagonistas de Excítame, arrastran por el subsuelo la locura y perversión. Personifican una auténtica bajada a los infiernos. El placer campa a sus anchas. Ambos son sus esclavos. Uno somete al otro.
Resulta escalofriante que los hechos que cuenta sean reales. Dos jóvenes de buena familia, a punto de entrar en las mejores universidades de Chicago, cometen un crimen llevados por deseos irrefrenables a principios de los años veinte. Ningún juez es capaz de comprender sus motivaciones. La sociedad de su época no está preparada para entenderlas. Nathan Leopold, que encarna Alejandro de los Santos, promotor de esta aventura musical, declara ante varios jueces 34 años después. Quiere la condicional. Se arrepiente de lo que pasó, mientras se recoloca sus pequeños y caros quevedos.
Hace mucho que Richard Loeb no está. ¿Dónde ha ido? Es muy difícil borrar la mirada del actor David Tortosa de la memoria. Fría e hipnótica pone a cualquiera a sus pies. Más despótico y directo que Marc Parejo, con quien se turna en el papel. Este lleva la sensualidad y la seducción en los genes. Tan sólo su silueta estremece a Nathan.
Excítame, un musical de Stephen Dolginoff, se representa en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid.
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