Los amores enfermizos tienen múltiples canales de expresión, y Stephen Dolginoff (compositor y autor de Excítame), consiguió con esta producción original reflejar cómo el corazón se antepone a la razón. Igual que en las tragedias shakesperianas, Nathan Leopold y Richard Loeb, los dos amantes que cometieron uno de los asesinatos más crueles tras acabar con la vida de un niño inocente, son el reflejo de los personajes que terminan condenados por arrebatos pasionales.
Ahora, la producción que se estrenó fuera del circuito de Broadway, alejada de las luces que siguen su recorrido entre la 40th St y la 54th St, llega al Teatro Fernán Gómez con la misma estética sombría y de cine clásico que cautivó a los neoyorquinos.
Desbordante de belleza visual, desde que entras al módulo de prisión, la destreza del director José Luis Sixto (y el buen hacer del equipo creativo compuesto por Asier Sancho, Juanjo Llorens, Silvia de Santiago y Sandra Vicente) contribuyen a hacer de Excítame un homenaje al género noir. Y si bien la escenografía es perfecta, la trama de estos dos jovenes pertenecientes a la élite judía millonaría no se queda atrás.
Las interpretaciones de Alejandro de los Santos, David Tortosa y Marc Parejo (estos dos últimos en el papel de Richard Loeb), son el engranaje perfecto para construir un relato de auténticas emociones donde el miedo, la traición, la fatalidad y el amor, son sólo una nota más para que la obra se convierta en un ejemplo de teatro ejecutado con mucho talento.
La dirección musical de Aday Rodríguez, y las manos del pianista Aitor Arozamena, defienden con gusto unas melodías contagiosas. O, más que contagiosas, adictivas. Qué partituras como las de Broadway no despiertan las ganas de seguir tarareándolas una y otra vez.
En Excítame se respira la atmófera del Chicago de los años 20, que viene a ser, el retrato de una época concreta. Una historia que también sabe al Nueva York pequeño, el de callejones oscuros donde nacen piezas musicales alejadas de las grandes avenidas. Parece mentira que la esencia haya llegada intacta a Madrid. Cómo se agradecen las cosas bien hechas, y sino, vayan al Teatro Fernán Gómez; es el entorno perfecto para los angustiosos sucesos propios del género.
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