"Hemos querido liarla con algo gamberro y provocador". Y sí: gamberro, provocador, soez, faltón, pasado de testosterona no consumada... pero irreverentemente desternillante.
Pablo Puyol y David Ordinas hacen escala en Barcelona dentro de su gira nacional con el espectáculo Venidos a menos, un título que ya predispone al anti-glamour, a la antítesis de las grandes producciones de Broadway. Y sucede en este país, donde existe un goce no confesado por la decadencia, por retozarse en las historias de juguetes rotos y de estrellas que se estrellan... Con lo que no contamos es con que los actores que se vienen a menos sean capaces de hacer de su descenso un acto creativo y de valor. Puyol y Ordinas arrancan su concierto-dialogado - una especie de stand-up comedy musicalmente dramatizada - intentando poner en situación al espectador, recordándoles que han dejado de ser Kenickie o la Bestia para tener que volver al inicio, a la esclavitud de querer vivir del arte y sufrir los impredecibles vaivenes de la profesión. Ahora bien, después de este sensato inicio se desencadena un diluvio de incorrecciones políticas que elevan la palabra malsonante a certeros dardos de la risa. Desde infancias marcadas por sistemáticas violaciones a mariconeces (que no homosexualidades) no reconocidas, pasando por una versión hiphopera de la Biblia o una descripción antiheroica del acto sexual a ritmo de sevillanas.
No hay un argumento clásico pero Ordinas y Puyol hilvanan con un ritmo endiablado historias que (des)varían, donde el insulto y el lenguaje obsceno se elevan a la categoría de arte. Me atrevería a decir - qué coño, lo digo -, que Puyol y Ordinas son al teatro musical lo que Tarantino al cine: la hipérbole estetizada de lo canónicamente incorrecto. Barcelona no escuchaba tanto sexo verbal (que no oral) y tanto taco sobre las tablas desde los monólogos de Pepe Rubianes. Esta suerte de Académica Palanca en versión febril, se compenetra con especial armonía en el escenario: mientras que Ordinas se parapeta tras su guitarra para perpetrar tras melodías ricas en acordes toda una retahíla de improperios, Puyol adereza con chispa el acompañamiento musical mediante la percusión.
Id a ver Venidos a menos. Os reiréis. O quizás no. Pero, al menos, tendréis la oportunidad de cantar acompañados de gente "A follar, a follar, a follar" como si no hubiera un mañana. Y después, a consumar el que pueda.
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