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Interview: Javier Santos de KINKY BOOTS (UK)

By: Aug. 24, 2015
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Steve Pateman, un zapatero de Northamptonshire, decidió no rendirse y salvar su empresa de calzado tradicional de la quiebra dando un giro no sólo laboral sino también vital: fabricar botas para drag queens. Esta historia real inspiró el musical Kinky Boots que ya está en el West End y, con él, Javier Santos, actor y bailarín español que, al igual que Pateman, decidió arriesgarse y dar un salto a la capital europea de musicales por excelencia. No le ha ido del todo mal...



Broadway World.- En su versión Broadway, seis premios Tony -entre ellos, al mejor musical-, un Grammy, dos Outer Critics Circle, un Drama League Award... ¿Qué supone formar parte del montaje londinense de Kinky Boots en la carrera de Javier Santos?

Javier Santos.- Supone un gran paso en mi carrera y, a la vez, un giro de 180 grados. Jamás pensé que estaría en un musical en el West End interpretando a una divertida drag queen. Nunca había, ni siquiera, andado en tacones antes del casting pero, cuando me enteré de que lo traían a Londres y, encima, dirigido y coreografiado por el increíble Jerry Mitchell (Legally Blonde: The Musical, Hairspray...), me dije a mí mismo: "Ahí, vas a estar tú". Y, con muchas ganas, entrenamiento y seis rondas de castings, aquí estoy.


BWW.- Hemos dado unas pinceladas de la historia real pero ¿qué más puedes desvelarnos de este montaje de Kinky Boots?

J.S.- Kinky Boots es un musical que lo tiene todo: es divertidísimo y tiene momentos muy entrañables con los que mucha gente se sentirá identificada. Además, su maravillosa música compuesta por Cyndi Lauper, eléctrica y muy inspirada en el pop de los 80 y 90, te pone los pelos de punta y te hace saltar en tu asiento. "Sé quien quieres ser" y "cambiamos el mundo cuando cambiamos nuestra forma de pensar" son los dos mensajes principales y tengo la suerte de poder transmitirlos noche tras noche. Realmente, creo que la gente sale del teatro más feliz de lo que entró y eso no tiene precio.


BWW.- Mucho ha llovido desde que, en 2008, empezases tu carrera como actor en la Gran Vía madrileña con el musical High School Musical. ¿Cómo recuerdas ese momento?

J.S.- High School Musical siempre será una de las etapas más bonitas de mi vida. Fue mi primer trabajo y la primera vez que, realmente, supe lo que quería hacer con mi vida. Nunca estuvo en mis planes hacer musicales. Yo era, principalmente, un bailarín de hip hop. Un día, una amiga me dijo que hacían un casting para HSM y que buscaban gente joven que pudiera bailar hip hop. Curiosamente, el casting era el día de mi cumpleaños. Me hizo gracia así que me hice seis horas de autobús -de Sevilla a Madrid- y, dos meses después, me mudaba a la capital para empezar ensayos.


BBW.- Apenas eras mayor de edad pero HSM parece que fue un amuleto de la suerte y no sólo para ti...

Cierto. Todos éramos muy jóvenes y, para la mayoría, fue nuestro primer trabajo y fue algo mágico. Lo vivimos todo muy intensamente e hicimos grandes amistades. La verdad es que no nos ha ido muy mal desde entonces: muchos de mis compañeros de HSM, hoy por hoy, son cabeza de cartel en España: Lydia Fairén, Talía del Val, Dani Diges, Macarena García... Lo cual me llena de orgullo. Los echo mucho de menos...


BWW.- Llegabas a la capital con cierta formación que, unida a la experiencia adquirida en HSM, te hizo firmar tu segundo contrato: La Bella y la Bestia. Estabas despegando...

J.S.- Lo de La Bella y la Bestia fue bastante inesperado. La gira de High School Musical pasaba por Barcelona durante una semana y los directivos de Stage Entertainment nos informaron de que había un puesto vacante en el montaje de La Bella y Bestia que acababa de estrenar allí. Hicieron un casting fugaz entre los chicos de HSM y a algunos otros de Barcelona. Me escogieron a mí -lo cual me sorprendió muchísimo- así que la gira de High School siguió su camino y a mí me dejaron en Barcelona -con mi maleta para siete días- ensayando. Una semana más tarde, estrenaba en La Bella y la Bestia. Recuerdo salir al escenario, en la primera escena, y saltárseme las lágrimas. Es un show precioso, lleno de magia, del cual tengo muchos buenos recuerdos.


BWW.- Julia Möller, con un carro de premios a sus espaldas, Cosette en el Queen's Theatre de Londres, Sheila en Hair... David Ordinas que ganaría, contigo en el equipo, el Premio Butaca a Mejor Actor Musical, Rum Tum Tugger en Cats, Max en Cabaret... Aprender, aprenderías...

J.S.- La Bella y la Bestia fue la primera vez que trabajé con grandes nombres del teatro musical español como Julia, David o María Adamuz y, sinceramente, aprendí muchísimo de ellos. Una gran profesionalidad y, sobre todo, mucha "verdad" en escena. En High School, no hacía falta mucha interpretación ya que los personajes eran muy cercanos a nosotros en edad y personalidad -por eso nos escogieron-. Pero, en La Bella y la Bestia, realmente, veías a estos grandes actores sumergirse en sus personajes y entregarse a la historia. Era una master class diaria. Hoy por hoy, mantengo relación con muchos de ellos lo cual me hace muy feliz.


BWW.- Te despides de la escena española en el BTM. ¿Por qué decides marchar a Londres en ese momento en que parecía todo encarrilado?

J.S.- Cuando terminé La Bella y la Bestia, vi dos caminos muy claros: audicionar para Los Miserables -que llegaba a España en aquel momento- o volver a formarme. Justo, acababa de hacer un viaje a Londres y un amigo estaba estudiando Teatro Musical en The Urdang Academy. Me preguntó que por qué no intentaba entrar. Hablé con mi madre y llegamos a la conclusión de que, si esto era lo que quería hacer en mi vida, mejor hacerlo bien y ser lo mejor que pudiese ya que entré a la industria muy joven y sin mucha formación. Así que audicioné para Urdang y tuve la suerte de que me ofrecieron una beca. Y yo que confío mucho en las señales, ni me lo pensé: ¡directo a Londres!


BWW.- Después de dos musicales, vuelves, estrictamente, a ser un estudiante. Dos años en The Urdang Academy. ¿Cómo fue la experiencia?

J.S.- Urdang Academy fue una magnífica experiencia y un gran plus en mi formación. Sinceramente, no me costó mucho dejar los escenarios ya que, en esta escuela, me pasaba el día cantando, bailando y representando distintos musicales y obras de teatro. Es un entrenamiento muy intenso y completo ya que, en Londres, Teatro Musical es como otra carrera cualquiera. Sin tu titulación, es muy difícil audicionar o conseguir ningún trabajo como actor lo cual me parece muy correcto y necesario para que nuestro oficio sea considerado igual a cualquier otro.


BWW.- Momento de momentos: primer trabajo tras Urdang, bailarín de las ceremonias de los Juegos Olímpicos Londres 2012 tras artistas como Jessie J, One Direction, Spice Girls... No te andas con chiquitas...

J.S.- Ese fue uno de esos trabajos que, una vez que lo has hecho, parece que nunca ocurrió. Fue como un sueño. Una de las experiencias más increíbles de mi vida y, definitivamente, el escenario más grande que nunca pisé. Es distinto a cualquier otro show ya que se hace una sola vez y te esta viendo el mundo entero. Notas una energía diferente y todo el mundo esta muy nervioso, eufórico, intentando vivirlo al máximo. Encima, bailando con artistas como esos, ¿qué más se puede pedir?


BWW.- A pesar de los nervios que conlleva ser parte de ese gran evento, ¿no recuerdas ninguna anécdota con tanta estrella alrededor?

J.S.- Recuerdo una bastante graciosa: me crucé con Mel B de las Spice Girls antes de su actuación y me dijo riéndose: "Estoy muy mayor para esto. Los nervios me están matando y ya no puedo llevar tacones de este calibre". En ocasiones como esa, te das cuenta de que ellos, también, son humanos. Respecto a los nervios, decirte que lo único que recuerdo con claridad es correr como un loco ya que de coreografía a coreografía tenias que atravesar todo el escenario -la distancia equivalía a dos campos de fútbol-. Y otra cosa que retuve fue un número en el que nos tirábamos al suelo boca arriba. Veía todo el cielo lleno de fuegos artificiales y público, mirases donde mirases. Hice la coreografía llorando de la emoción.


BWW.- Desde ese gran momento, no paras. Te enrolas en un par de shows televisivos pero vuelves a los musicales: Fiddler on the Roof, Dirty Dancing, London Cabaret Club... Y llega el West End...

J.S.- Aunque la televisión está muy bien, no hay nada como el teatro en vivo. He tenido la gran suerte de trabajar en shows muy distintos interpretando desde un soldado ruso en Fiddler on the Roof (El Violinista en el Tejado), hasta bailando salsa y cha cha cha, como Johnny Castle, en Dirty Dancing. Finalmente, tras un par de giras, conseguí mi primer show en uno de los olimpos del teatro musical: Dirty Rotten Scoundrels. El West End tiene una energía distinta a cualquier otro teatro o gira y, también, un prestigio diferente. Las audiciones para un show en el West End son más intensas y exhaustivas ya que hay mucho más dinero y expectación puesto en la producción. Para mí, fue un sueño hecho realidad poder formar parte de una obra allí, noche tras noche. Además, volver a tu propia casa y disfrutar de una ciudad como Londres no tiene precio.


BWW.- Llegas al West End y te quedas en el West End... Los productores de Kinky, Daryl Roth y Hal Lustig, han declarado que la emoción viene dada por el hecho de que vuelve a casa. El musical va a encontrarse con el lugar donde se dio la historia real en que se basa. La pregunta es obligada: ¿Dónde se ve Javier Santos en un futuro? ¿Volviendo a España? ¿Tal vez Broadway?

J.S.- Sí. La verdad es que todo el mundo está muy emocionado ya que, a pesar de que Kinky Boots se estrenó en Broadway, la historia está basada en Inglaterra. Con lo cual, ¡el show está ahora en casa! Es una pieza increíble y el público se vuelve loco noche tras noche. A quien tenga la oportunidad de venir a verlo, se lo recomiendo encarecidamente. Sobre el futuro, no sabría qué decirte. Por supuesto, me encantaría volver a España a hacer algún musical. Sobretodo, por poder estar cerca de mi familia pero, también, por dar vida a un personaje en mi propia lengua. Pero Londres tiene muchísimo que ofrecer también y, hasta ahora, no me ha ido mal así que ya iremos viendo.



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