Quiero empezar diciendo que está obra ha logrado cautivar al publico peruano, las localidades están AGOTADAS, ojalá la puedan reponer porque es digna de verse. Agradezco a mi gran amigo Diego Urbina, quien me ha permitido publicar a través de esta página este escrito tan lindo hecho por él, quien además es parte del equipo de producción.
por Diego Urbina
Un constante vestido negro de sobrias líneas y mis pequeñas manos que se esmeran en sostenerse firmes al alzarse iluminadas por un potente reflector. No hay más en escena: el micrófono, un telón de fondo y yo. Sólo yo soy capaz de vivir un org*smo cada vez que subo al escenario y, decididamente, lo lograba y no lo hacía sola sino que derramaba pasión en cada esquina y en todo aquel que me viera. No importa cuántos de los que me escucharan fueran francofónos o entendieran al pie de la letra lo que les decía, quedaban cautivados y los enamoraba.
El amor fue siempre su bandera. Habrá quienes piensen que cómo alguien que canta al amor es capaz de amarse de esa manera tan oscura y autodestructiva y es que esa es la vida del artista opinan algunos. Éste deja de existir por sí mismo para entregarse a la vida, a los demás, al público. Y la vida puede ser tan incomprensible que la realidad no basta y es necesario recrearse una propia. Siento profundamente que eso fue lo que Edith Piaf logró, dejó de ser ella para ser de todos, de sus amigos, de su gente y, sin duda alguna, de sus múltiples amores.
No podemos catalogarla, ubicarla en una escala moral o si quiera intentar pensar si fue un modelo de mujer de su época o un modelo a seguir en términos artísticos, fue, simplemente, auténtica. No le importó nada más que ser Edith Piaf.
La Piaf cumpliría 100 años si estuviera viva. ¿si estuviera viva? Edith está viva y ha logrado lo que pocos, vencer a la muerte y saberse inmortal: traspasa países generaciones, edades e idiomas. Edith Piaf está viva y está en el Perú. Es encarnada por la joven actriz Patricia Barreto, en una impecable performance que le hace temblar la mano cuando niega al ser interpelada si aún sigue siendo adicta a la morfina. Lo niega y no puede contener el temblor en su mano. Ella sólo quiere que le permitan seguir cantando: es lo único que me mantiene viva.
El pasado 9 de abril se estrenó, en la Alianza Francesa de Lima, Piaf. Bajo la dirección de Joaquín Vargas y con el texto de la británica Pam Gems podemos conocer una lectura más de la estrepitosa y telúrica vida de esta mujer que no llegó ni a cumplir los 50 años en este impío mundo y fue el tiempo que le bastó para hacernos saber que No, no se arrepiente de nada.
El clamor del teatro se levanta en aplausos y me pregunto ¿será posible vivir así de auténtico como la Piaf? Su himno fue el amor, tal cual aquella mítica canción dedicada a su amor Marcel, a quién ella le canta dios junta a los que se aman. Acaba la función, se cierra el telón y parto preguntándome algo que Edith saboreó en su vida a diario y que en sus últimos días cantó con Theo Sarapo, su último amor, ¿de qué sirve el amor? Ella misma tuvo la respuesta ya lo comprendo, sin amor en la vida, sin sus alegrías y tristezas, viviríamos para nada...
Piaf de Pam Gems estará en temporada hasta el 25 de mayo de miércoles a lunes en el teatro de la Alianza Francesa de Miraflores a las 8 pm, salvo los domingos 7pm. Entradas en la boletería del teatro y en Teleticket de Wong y Metro.
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