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BWW Interviews: MARCOS JIMENEZ of MARCOS JIMENEZ, DE SEVILLA A PERU COMPARTIENDO #JUNTOS! at

By: May. 11, 2015
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MARCOS JIMENEZ; DE SEVILLA A PERU

Marcos Jiménez es un joven bailaor con amplia experiencia en el mundo del baile. Hace poco tuve la suerte de llevar un cursillo flamenco con él, el cual, no sólo me ayudo a re - conectarme con este arte maravilloso sino hizo que me conectara conmigo misma, que buscara esa intensión y sensibilidad que no sólo debe llevar el baile sino mi vida misma. Les dejo un poco de su historia y de por qué escoge este lindo Perú como destino siempre.

¿De dónde nace tu arte? ¿Fue innato, Naciste bailaor?

No, no! Te cuento mi historia, el arte en mi familia viene de pequeñito porque mi padre cuando era joven era cantaor de flamenco tenía un grupete junto a su hermano Luis, ellos trabajaron por el extranjero, francia y demás. Se dedico por unos años a nivel profesional y sigue siendo aficionado hasta el día de hoy. Teníamos una casa de campo y hacían fiestas ahí, desde chico lo he escuchado, pero fíjate tu la contradicción que yo de chico no quería saber nada del flamenco, pero nada! Me daba mucha vergüenza escuchar a mi padre cantar, mi padre cantaba y yo me ponía a llorar literalmente. Mi madre de jovencita estaba en un grupo de aficionados al teatro. Las cosas que uno vive al final se te quedan y años después fui yo el que pedí entrar en una escuela. Nunca hubo en mi casa referentes de baile, es innato en mi oído, en mi crianza, para mi los sonidos son parte de mi infancia, pero igual se tiene que trabajar. A nivel profesional en mi casa no se dedicaron tanto a eso, era la época franquista y estaba mal visto dedicarse al arte y a nivel social era un poco más complicado, pero la verdad es que en mi casa siempre ha habido música y yo lo recuerdo desde que tengo uso de razón.

Y ¿cómo es tu familia?

Mi familia es una familia normal de clase media, somos tres, yo soy el más pequeño. Mi hermana fue la que se inició bailando primero, desde pequeña y lo dejó años después y mi hermano es escritor y poeta, es profesor de filosofía hispánica y también es el más parecido a mi, somos de ideales muy parecidos y tengo mucha conexión con él. Hay arte por todas partes, cada uno en una línea diferente.

¿Tuviste el apoyo de ellos?

Fíjate que si y no! (risas), por esto que te digo; yo de pequeño por rechazar tanto el baile y demás, hasta el punto que no me quería vestir de flamenco en las ferias, me negaba en rotundo. Entonces de pronto cuando empecé de modo propio a ir a una escuela de baile, al principio mis padres se lo tomaron como bueno al niño la ha entrado un siroco de momento pero se le va a pasar, entonces me dejaron porque era lindo y demás y todo bien, pero el día que les plantee dedicarme a bailar, mi padre dijo rotundamente no! A mi madre también le costo trabajo pero por el miedo que tienen las madres de que no es un trabajo estable, no sabía como me podía ir, si realmente yo tenía la aptitud para bailar o no, si realmente yo no había tenido la actitud de que me gustara la música.

Probablemente era porque ellos sabían también lo que se te venía, era un camino difícil!

Era un poco de todo, pero lo raro era que yo lo tenía seguro porque lo tenía muy dentro de mi, en el fondo siempre me encanto. Me cruce por suerte con dos personas que hicieron que yo bailara de alguna manera, que fueron mi primera profesora Carmen Giráldez y su hija Macarena que es cantaora y bailaora también. Me gustaba mucho la hija como artista y como cantante y nos hicimos amigos siendo muy jovencitos, ella me introdujo realmente. Y su mamá el primer día que me vio "bailar" mientras marcaba una sevillana con Macarena me dijo: tu vas a dejar de estudiar y te vas a dedicar a bailar. Y eso paso!

¿Cómo ha sido ese camino? Creo que Europa tiene más posibilidades que Perú, pero... ¿la dureza del camino es igual en todas partes?

Si! Parecida puede ser, quizá no te pueda hablar tanto de la dureza del camino aquí porque no lo he vivido como camino. El medio allá puede ser "más fácil", porque el flamenco está dentro la cultura, pero al mismo tiempo hay una competencia grande y una exigencia dura, es una exigencia dada de antemano, aquí digamos que se ha ido dando y ha ido creciendo, pero allí ya estaba. Entonces mis primeros años fueron súper bellos porque no hay cosa que más me haya gustado en el mundo que aprender, pero al mismo tiempo duro porque yo tenía que justificar del alguna manera el no haber empezado con cinco años a bailar y justificar que servía para ello. Fueron duros pero muy bonitos. Duros en exigencia personal, pero también con grandes logros y satisfacciones.

Yo empecé a bailar a los trece para catorce años; era grande para la edad en la que se empieza allí. La verdad que le agradezco a Carmen millones de cosas porque que confió en mi y su escuela ha sido maravillosa, pero dejó de dar clases, por lo que yo pase a la escuela de quien considero un poco mi GRAN MAESTRO, Javier Cruz, a él le agradezco la base absoluta de mi formación como bailaor.

Carmen fue la persona que me impulso, ese primer empuje de energía y de confianza, era la que creía en mi y Javier fue el que me hizo bajar un poco los pies a tierra, me dijo: tu quieres bailar, tu sirves para bailar, pero tu tienes que trabajar una barbaridad y si quieres vamos!, pero consecuente de que te vas a tener que matar para esto y efectivamente así fue!

Se crea un vínculo muy fuerte entre el maestro y el alumno, los maestros de antes daban mucho para que la persona pudiera crecer, porque creían mucho en el talento. Sin ese empujón no es posible seguir. Es muy importante con quien te cruzas y saber aprovecharlo.

Hay una diferencia entre bailar en un escenario y enseñar. ¿Cómo descubres que puedes enseñar?

Hay una gran diferencia, totalmente! no todo buen maestro es buen bailaor o bailarín y no todo bailaor o bailarín es buen maestro. Hay gente que por suerte tiene las dos cosas, pero son talentos que no tienen porque estar unidos. Ese deseo que tienes para bailar lo debes tener también para la enseñanza, la enseñanza es hermosa, pero también es una de las cosas mas desagradecidas que hay y hay que asumirlo. La enseñanza me la inculcaron desde un respeto absoluto. Yo he sido una persona que no he querido mostrarme como maestro hasta no sentir realmente que tenía la capacidad para ello. Yo me viví en mis propias carnes, yo no quiero que la gente que tiene ese gran deseo y pudiera ser un talento yo la pudiera equivocar con la enseñanza. Así que empecé hacerlo de manera gradual, poco a poco, hasta tener la experiencia como docente y poder crear mi propio método para transmitirle a la gente, así que en el momento que sentí que mi trabajo era válido y que tenía la capacidad de hacerlo empecé!

Hay un diferencia grande entre lo que se siente al enseñar y lo que se siente al bailar en un escenario. Deber haber una satisfacción enorme...

Son muy diferentes y hay una satisfacción enorme. A mi me gusta muchísimo enseñar y me apasiona ver gente bailando cosas mías, y no solo cosas mías porque al final está casi todo creado, son las combinaciones que uno hace de las cosas, un poco desde donde yo concibo el bailar, mi manera de moverme, desde donde yo ejecuto y veo gente que lo capta, que le queda y que le queda la sensibilidad.

A mi me gusta bailar de todo, pero siempre quiero cuidar esa parte de ofrecer algo diferente o distinto, ni mejor ni peor, porque ni es mejor un teatro, ni es mejor un tablao, son cosas diferentes. Los tiempos se van dando, no soy ansioso, no tengo prisa, es en el momento que tiene que ser, además me gusta hacer las cosas para que tengan continuidad.

¿Qué siente Marcos Jiménez en un escenario o al dictar una clase?

En el escenario son sensaciones muy diversas, el arte es una cosa impredecible, cada vez que vas a salir a un escenario puede ser muy diferente, no son todos los momentos en los que sales a un escenario que encuentras esa cosa que nosotros llamamos duende y no son tantas las veces en las que aparece. Te sirves de tu sentir, pero no son todas las noches las que tu sales vacío de un escenario, en las que logras dar todo lo que tienes dentro en ese momento. Siempre lo haces con tu máxima profesionalidad, el no saber que va a pasar es lo que te genera esa adrenalina. He sentido las cosas más diversas, desde sentirme pleno y la persona mas poderosa del universo, hasta sentirme la persona mas desdichada de estar bailando en ese momento cuando mi ser no me lo está pidiendo, pero hasta esto último si lo sabes canalizar bien te puede hacer tener una noche muy bonita. Me gusta mucho la conexión con el público, en el escenario muestro lo que soy, es donde me es más fácil mostrarme, más que en la vida diaria incluso. Es mi momento de soltar.

Como maestro, siento muchas cosas también. Siento mucha responsabilidad. Para mi es muy importante la enseñanza, porque pienso que dentro de esa clase probablemente hay mucha gente que tiene ese amor que tenía yo cuando empezaba y que tiene esas ganas y esta deseosa de aprender realmente. Lo hago pensando en todo el mundo pero sobre todo en la gente que quiere hacer algo real, no algo como profesión sino que necesita el flamenco para algo. Doy lo mejor que tengo en el momento, no mido si lo que hago es mas bueno o menos bueno; son los conocimientos, los trucos y consejos, pero no sólo como bailarín sino como persona que lleva muchos años dedicado a esto y que he aprendido muchas cosas y las que me faltan aprender todavía. Lo que trato de transmitirle a la gente es que siga un camino honesto dentro del arte. Aprendo mucho de mis alumnos siempre.

¿Marcos Jiménez prepara sus clases antes? Porque tengo la sensación de que no necesariamente es así.

Risas... No! Es una pelea conmigo mismo, mi parte muy profesional me pide que yo prepare algo para tener que ofrecer a los alumnos, pero está esa otra parte mía visceral que no me lo permite, trato y no me sale nada y que de repente cuando me planto delante de los alumnos me empiezan a fluir cosas y al final realmente descubro - pero siempre lo repito cada vez que hago un cursillo, es mi mismo proceso siempre - reconozco que lo mejor que puedo hacer y dar es realmente ver que me produce la gente, que conexión tenemos, como está el nivel y como van respondiendo; y ahí voy creando.

Quiero que la gente entienda que puede hacer más de lo que hace en su día a día, que si se exige un poquito pueden lograr hacer pasos que a lo mejor no pensaban. Pero nunca quiero que la gente pierda de vista que el Flamenco es mucho más que eso, es mucho más que un paso. "Quiero que aprendas de mi algo más, quiero que te conectes con el cante. Tu puedes hacer dos pasos pero si están bien puestos en el cante tu estas bailando. Yo quiero que la gente aprenda Flamenco no una coreografía".

¿Cuál es la intensión y el sentido de baile?

Hay pasos que te puedo explicar y enseñar técnicamente como los hago, pero hay pasos que nunca se van a lograr si es que no los buscas desde una sensación.

Cuando yo he sentido que mi baile, el mío personal, ha evolucionado más ha sido en una temporada concreta de mi vida en la que yo por algunos motivos, entre ellos laborales, no he podido dedicarme tanto a ensayar o a tomar cursos o a enriquecerme de otra gente y quizás ahí haya sido donde mi baile ha evolucionado más porque he vivido mi vida, buena o mala, difícil o fácil pero la he tenido que vivir. Temporadas de la vida en que ella misma te obliga a dedicarte a tu vida personal y ahí es donde creo que mi baile hizo un giro importante, donde es mucho mas mío, donde yo me reconozco mucho más lo que hago en un escenario. Reconocerte es muy difícil, pero una vez que lo haces es lo que mas satisfacciones te trae: "Esto soy yo". Si no te reconoces es por lo que más puedes llegar a sufrir.

¿Por qué Perú?

Bueno porque las cosas y las conexiones con la gente se van dando. La primera vez que vine a Perú fue porque Lourdes Carlín me apareció en un curso en Buenos Aires - que fue el primer país donde yo vine de Sudamérica - Lourdes tomo el taller y terminando el taller se me acercaron charlamos un poco, me contaron de la escuela Alma Gitana en Perú y con las mismas quedamos conectados, las cosas se fueron dando progresivamente y vine. Ahí conocí a todas las chicas que todavía estaban en Alma Gitana, a Marga, a Mari, a las hermanas Cuellar y empecé a establecer conexiones con todas. Así que cada vez que vengo es más el tiempo que me quedo porque estoy dividido, hago un curso en todas las escuelas. Se ha ido estrechando mucho la relación personal con todas.

Claro creaste una relación y hay un vinculo con todas, pero ¿qué te motiva a regresar realmente?

Dentro de mis giras hay muchas cosas que dejo fuera por tiempo, así que yo voy eligiendo de alguna manera los lugares donde mejor me siento, tanto a nivel artístico como a nivel personal. Eso para mi es muy importante, date cuenta que estoy muy lejos de mi casa y además de venir a trabajar yo quiero sentirme bien. Aquí en Lima con toda la gente que trabajo, a parte de hacer mi trabajo y ver la evolución de todas, me siento como si fuera mi familia. Es como una cosa de ida y vuelta, ellas no se saltan mi presencia y yo tampoco me salto las suyas. Es recíproco, es un vínculo que se va creando, es bello. Una relación que se mantiene en el tiempo donde mutuamente uno le saca partido al otro. Es un trabajo continuo, tengo la suerte de verlas crecer desde hace 8 años.

¿Cómo encuentras el nivel del flamenco en Perú? Porque lo has visto crecer.

Lo he visto crecer absolutamente, no será desde el inicio pero si hay un cambio y una evolución grande, realmente las chicas están a un gran nivel, es gente que se ha sacado el pellejo para conseguirlo; es una conjugación de las dos cosas: talento y trabajo. Hoy día me parece que los espectáculos que presenta Marga están a nivel de toda Sudamérica absolutamente. Acá en Lima las bailaoras tienen personalidad, que es lo más difícil de conseguir, y es propia. Tener personalidad dentro del arte es lo más difícil, puedes bailar muy bien, pero que yo te vea y diga: esa es Lourdes, esa es Marga, esa es Mariana, esa es Giulia, esa es Luciana es muy difícil.

Generalmente adoptas un montón de la persona que te enseña porque la enseñanza al principio es por imitación, hasta que encuentras tu personalidad y la sabes llevar afuera. Técnicamente todos siempre podemos estar mejor, pero tener personalidad y encontrarte realmente dentro de tu arte es lo más complicado.

Conservamos que el flamenco es cultura y viene de la calle, pero con la conciencia que hemos hecho de una cultura de calle algo profesional, llevado al escenario o aun gran teatro, por ende tiene que tener una disciplina, un trabajo físico y técnico que ya se nos requiere. Hemos encontrado ese punto medio, mantener lo que es enriqueciéndolo.

Pronto Marcos Jimenez estará de vuelta en Lima, compartiendo #JUNTOS!



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