Realizan homenaje póstumo al poeta, narrador y traductor en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), rindieron un homenaje póstumo al poeta, traductor y editor Héctor Carreto, fallecido el pasado 29 de enero, actividad realizada en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
La titular de la CNL, Karen Villeda, destacó que la poesía de Héctor Carreto fue aclamada en México y en el extranjero, además de que como docente inspiró a muchos jóvenes beneficiarios del programa de Becas Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para Cultura y las Artes (Fonca): “La memoria de Héctor Carreto vivirá en sus versos, en sus traducciones y en el corazón de todos aquellos que tuvimos el privilegio de conocer su obra y, sobre todo, su espíritu, humorista siempre”.
El poeta y traductor Mijail Lamas expuso que, en 1979, Héctor Carreto publicó ¿Volver a Ítaca?, un poemario que delinea las características propias de un yo poético que sería clave para el entendimiento de una buena parte de su obra: “Al leer la poesía de Héctor Carreto podemos intuir que él pertenece a un linaje de poetas que huyen de la expresión tiesa y solemne; al linaje al que me refiero también pertenecen Renato Leduc o Salvador Novo”.
En su oportunidad, el poeta Iván Cruz relató que el autor de Coliseo (2002) fue un escritor identificado con el epigrama, al convertirse por derecho propio en uno de los más certeros orfebres de esta forma poética frontal: “Carreto ha construido una obra que ha conjuntado la antiquísima tradición poética del epigrama, junto con los más variados tópicos mitológicos y de la cotidianeidad actual”.
Tras leer los poemas “Subasta” y “Leónidas” de Héctor Carreto, la poeta Carmen Nozal dijo que el autor de La espada de San Jorge (1982) poseía un sentido del humor, ingenio e ironía que se hacen presentes en su obra, en la cual la solemnidad es la gran ausente: “El sentido lúdico nunca lo abandonó”.
Por su parte, el poeta Armando Alanís expresó que el también autor de Naturaleza muerta (1979) tenía un gusto por la brevedad de los poemas, lo que se refleja en su obra poética y de minificciones, las cuales se caracterizaban por el ingenio y el humor.
Finalmente, la poeta Dana Gelinas, esposa del autor homenajeado, señaló que la escritura de Héctor Carreto surgió en los comics que consultaba de niño, afición por la que después escribiría El testamento de Clark Kent (2015): “No me lo dijo, pero simplemente lo sé, que de aquella colección de los clásicos ilustrados que existió hace 50 años y que yo también disfruté, nació su afición por la literatura griega y romana; sentir que los dioses no se hacen los difíciles, no son los dioses del panteón clásico que infunden terror erudito, sino que fueron el reflejo de una caricatura a color con diálogos en pequeños globos y letras mayúsculas, lo que lo invitó a pasearse por Grecia y por Roma como si fuera su casa”.
En el homenaje también participaron el compositor Manuel Velázquez González Durán y el pianista Rodrigo Tinajero, quienes interpretaron Dvylika II, Exile, Dvylika VIII, On the Top of a High Mountain y Dvylika IX, Hermit, piezas musicales del gusto de Héctor Carreto.
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