Redescubrir la obra de la escultora mexicana para que las nuevas generaciones se apropien de su legado y del espacio público, el objetivo de la muestra.
En toda curaduría de arte, el trabajo que se realiza previamente, desde la investigación, es recuperar el panorama completo de la obra de un artista, y ese ha sido el objetivo primordial de la exposición Ángela Gurría. Señales: redescubrirla para las nuevas generaciones y hacer que los diversos públicos se apropien de su legado artístico.
Así lo expresó el curador en jefe del Museo del Palacio de Bellas Artes, Joshua Sánchez González, durante el recorrido curatorial que ofreció por dicha exposición el jueves por la tarde, como parte del programa de mediación organizado de forma paralela a la muestra.
Ángela Gurría. Señales es el título de la exposición organizada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través del Museo del Palacio de Bellas Artes (MPBA), abierta el pasado 12 de septiembre y hasta el 9 de febrero de 2025, como parte de los festejos por el 90 aniversario del Palacio de Bellas Artes.
En el recorrido, el curador del MPBA llevó a los asistentes por las salas Nacional y Diego Rivera del museo para apreciar las más de 165 piezas que conforman la exposición, entre esculturas de diversos formatos, así como pintura, dibujo y fotografía realizados por artistas cercanos a la trayectoria de la escultora.
La muestra está dividida en cuatro ejes: Cuerpos, Paisajes, Umbrales y El jardín místico, y representa una revisión del trabajo de una de las artistas más destacadas de México en el siglo XX: Ángela Gurría (1929–2023).
“A partir de esculturas en mármol, piedra, hierro, vidrio y madera, así como bocetos, dibujos y acuarelas, producidos por Gurría a lo largo de más de cinco décadas, se destaca la particular mirada de la artista desde una perspectiva íntima, en cuanto a la representación del cuerpo femenino y el diseño del espacio urbano y público”.
Si bien las obras de Gurría forman parte de proyectos emblemáticos de proyección nacional e internacional, como la Ruta de la Amistad (1968) y Homenaje al trabajador del drenaje profundo (1974-1975), paradójicamente su trabajo es poco conocido.
En el recorrido curatorial, dos obras, de amigos muy cercanos a la escultora, recibieron al público: una fotografía de Kati Horna y un boceto de Juan O’Gorman. Más adelante, una serie de esculturas y dibujos dan un panorama del amplio legado de la artista, y una serie de pinturas de colegas traen al presente la imagen de la escultora.
“Poder ver a la maestra Ángela Gurría con esta vitalidad, porque ella por sí misma trabajaba sus materiales, es decir, ella esculpía, un trabajo difícil que a los escultores les lleva a sufrir ciertas enfermedades, como de los pulmones y lesiones en los huesos: Ángela sufría de una lesión del omóplato por lo pesado de dichos materiales”, comentó el curador, quien agregó: “Para ella el tacto de los materiales era muy importante, porque decía que estos le iban diciendo cómo debía ser esculpida y terminada la obra”.
Por otro lado, el curador comentó, respecto del recorrido: “Para nosotros es fundamental, en un proceso de exhibición, la cercanía con el público, por ejemplo, los textos y las cédulas deben estar escritos de manera sencilla, porque, de acuerdo con nuestros sondeos, muchas veces las personas —estudiantes y público común— que llegan a ver una exposición al Palacio de Bellas Artes, acuden por primera vez a un museo”.
Subrayó que la investigación de campo para realizar la curaduría implicó viajar a muchos lugares donde se encuentra la obra de Ángela Gurría. Puso dos ejemplos: la escultura Módulo de vuelo para celosía, de 1971, se encontró en un pequeño jardín al interior del edificio del Infonavit, sin ninguna identificación, por lo que nadie imaginaba que se trataba de una obra de Ángela Gurría.
Asimismo, la escultura monumental Homenaje al trabajador del drenaje profundo, formada por cinco enormes estructuras de concreto armado, se ubicó en el interior del Centro de Estudios Tecnológicos, Industriales y de Servicios (Cetis) 7, donde los alumnos han utilizado sus enormes muros para jugar frontón.
Al conocerse plenamente la autoría de las estructuras, la escuela planteó poner protecciones para ya no dar ese uso. Sin embargo, después de una reflexión de los organizadores de la muestra, de los familiares de la artista y de la galería encargada de su conservación —Proyectos Moncloa—, y tomando en cuenta la insistencia de Ángela Gurría de considerar a la escultura como un arte al servicio y disfrute público, se llegó a la conclusión de que la conservación también tiene que ver con la información y la difusión de las obras entre sus públicos, y de su mayor acercamiento a la gente.
En este caso específico, comentó, se ha convenido mantener abierto el acceso a la monumental escultura e inclusive se acordó hacer con las autoridades del Cetis un torneo interno de frontón con los alumnos, al tiempo de reforzar las tareas de divulgación de la importancia del cuidado del arte público y de la obra de la escultora mexicana.
“Todo ello —concluyó el curador— es un camino para ampliar y expandir la idea de lo que es un museo y los programas públicos, y también para contribuir al conocimiento y la difusión del trabajo de la maestra Ángela Gurría”.
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