Cuadros llenos de alegría y color se dieron cita el pasado sábado en la Plaza Ángel Salas del Centro Cultural del Bosque. El Ballet Folklórico Telpochcayotl fue el encargado de deleitar a los asistentes con Sentimiento mexicano, un programa que incluyó en su primera parte coreografías de Veracruz y Yucatán.
La gallina y El repique fueron las piezas encargadas de abrir el escenario con la picardía y energía que caracteriza estos bailables de Veracruz Ranchero. De esa zona le siguió La iguana, que entre malabares de los bailarines, además de pañuelos y sombreros al aire, animó al público presente.
Posteriormente la agrupación continuó con la jocosidad del estado, pero ahora con piezas de la región Sotavento. El tilingo lingo, El cascabel, La vieja y El zapateado fueron las coreografías de la zona que dejaron lucir la vistosidad del vestuario veracruzano, así como el representativo zapateado jarocho.
Para cerrar el primer cuadro de Sentimiento mexicano llegaron a escena los coloridos huipiles bordados que engalanaron las danzas del estado de Yucatán. Las cadenciosas piezas que se dieron lugar fueron Mérida, La mesticita, Mujeres que se pintan, Almudes, China chinita y El ferrocarril, esta última acompañada de la habilidad que requiere mantener durante todo el cuadro, entre recorridos y múltiples giros, una charola con botellas y vasos de vidrio en la cabeza.
La compañía que se presentó en el Centro Cultural del Bosque se distingue por mostrar un mosaico de la cultura mexicana por medio de sus tradiciones, ceremonias y bailes en las que se expresan sentimientos de orgullo de toda una región. Por ello, en la segunda parte del programa dieron una muestra de la riqueza del estado de Guerrero. Los paliacates se ondeaban entre los danzantes que con coquetos pasos y atractivos movimientos de hombros interpretaban La San Marqueña, Yerba Santa, La chilena, Cuajinicuilapa, Son de Tixtla, El arranzacate y Toro rabón.
Del norte del país se presentaron piezas representativas de Chihuahua. Después, con impetuoso faldeo que a momentos semejaba olas del mar, tomaron el escenario Sinaloa Taspana, La Loreta, San Agustín, La ardilla, El cuichi, El pato asado, El olotito y El zapateado. En los cuadros del estado de Sinaloa, altaneras y vanidosas arribaban al escenario las bailarinas con el suave rotar de hombros y amplias inclinaciones de espalda después de cada faldeo, a lo que los bailarines respondían con el enérgico zapateado norteño. El festivo Toro Mambo concluyó el programa con el que el movimiento de los cuerpos y el colorido de los trajes de la compañía fundada en 1990 por la profesora Sandra Gabriela Martínez Suárez, dio testimonio de la diversidad de identidades que coexisten en nuestro país.
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