Nadia López García, Jumko Ogata y Ginés Sandoval compartieron procesos creativos y realizaron lecturas en la Sala Manuel M. Ponce.
La Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), realizaron el ciclo Las diversas raíces, en donde escritoras y escritores destacan la trascendencia de pensar la literatura desde su origen, en su difusión y conservación, así como la importancia de transmitir a las nuevas generaciones las diferentes lenguas.
En la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, la mesa de discusión estuvo conformada por la escritora Jumko Ogata, el poeta Ginés Sandoval y la poeta Nadia López García, moderados por Natalia Gómez.
Jumko Ogata destacó que su proceso de creación viene desde la perspectiva del antirracismo, a través de la ficción narrativa y el ensayo, para dar cuenta de historias que han sido silenciadas y borradas, así como hacer crítica cultural. Después, dio lectura a un fragmento de su ensayo No soy tu morena de fuego, donde refiere lo siguiente: “La fetichización racial es una consecuencia del racismo sistémico, y tiene que ver con los prejuicios que se construyen sobre cada una de las supuestas razas y las expectativas atadas a esos prejuicios”.
Posteriormente, relató su acercamiento a la lectura y su conexión e identidad con literaturas del Caribe, mismas que la llevaron a escribir Mi pelo chino, un libro dirigido a infancias negras hablantes de lenguas originarias, y que fue traducido al mixteco por Nadia López. “Elegimos el mixteco porque hay poblaciones que son afromixtecas. Para nosotras y el trabajo desde la editorial era muy importante que este libro estuviera disponible para infancias negras hablantes de lenguas originarias, y a veces se piensa lo indígena por un lado y lo negro por otro, pero en el caso de México hay muchísimas poblaciones que son las dos cosas”.
En su intervención, Ginés Sandoval refirió que el crecer en la ciudad fue complicado, pues sufrió de bullying por su color de piel, aunque no por hablar la lengua mixteca, sobre la que dijo haberse adentrado poco a poco, y de la cual aprende de la gente del pueblo de San Esteban Atatlahuca, en Oaxaca, de donde es originario, un pueblo histórico que fue un señorío mixteco.
De igual forma, agradeció la apertura de espacios para establecer conversaciones sobre literatura en lenguas originarias, y destacó que la cultura mixteca es muy amplia, por lo que la única manera de hacer memoria y honrar a los antepasados es reafirmando su identidad: “Soy del pueblo de la lluvia, yo soy mixteco y esa es la única manera de rendir honor a mis abuelitos y abuelitas. Una vez mi abuelita me dijo ‘tú sigue hablando, aunque digas pocas palabras, pero tú di que hablas mixteco. Porque así, si yo muero, mi voz va a hablar en tu boca'”.
Finalmente, Nadia López García refirió que la complicación de la transmisión de la lengua está ligada no solo al fenómeno migratorio, sino también a la violencia territorial que abarca desplazamientos por cuestiones que van desde la actividad minera hasta el narcotráfico, así como la violencia de género: “Las mujeres somos quienes más transmitimos ese idioma, y pues si somos las más violentadas, somos también las que comenzamos a cortar ese hilo”.
Explicó que existe una deuda generacional con las lenguas originarias: “Necesitamos educarnos entre nosotras y nosotros, y creo que por eso la lengua y su permanencia tiene muchos retos”.
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