Jorge Ibargüengoitia pensaba que su arte era “alegre, sensual, ligeramente melancólico, un poco cómico”.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Coordinación Nacional de Artes Visuales, conmemoran el centenario del natalicio de la artista plástica Joy Laville, quien desde 1956 radicó en México, donde produjo la mayor parte de su obra.
El homenaje para recordar a esta destacada pintora y escultora se llevará a cabo el viernes 8 de septiembre en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, a las 12:00 horas. Se contará con la participación de Merry MacMasters, periodista cultural; Santiago Espinosa de los Monteros, curador; Carlos Segoviano y Lucía Peñalosa, curadores del Museo de Arte Moderno; Susan Crowley, curadora, investigadora y periodista cultural, y Lluvia Sepúlveda Jiménez, coordinadora nacional de Artes Visuales.
Nacida en la isla británica de Wight en 1923, Joy Laville hizo su hogar en México después de vivir diez años en Canadá. Inicialmente, estableció su residencia en San Miguel de Allende, Guanajuato, antes de conocer a Jorge Ibargüengoitia en 1964, un destacado escritor con quien se trasladó al Distrito Federal en 1968. Fue en esta ciudad donde redescubrió su pasión por el arte y desarrolló una propuesta artística que, a primera vista, puede parecer simple, pero en realidad se centra en la exploración del color y otorga un papel fundamental a la representación de la figura humana. Esta última característica la distinguió en el panorama artístico de México. Además, su trabajo fue asociado con la generación de la Ruptura.
Para el propio Ibargüengoitia, el arte de Joy Laville era “alegre, sensual, ligeramente melancólico, un poco cómico”. La artista se inspiró en los paisajes mexicanos para crear obras evocativas, a veces cargadas de inquietud, y en otras de un agudo humor.
La pincelada de sus cuadros se distinguía por la sutileza de sus trazos y la paleta cromática volvía firmemente distinguible su creación. La pintora se decantó por utilizar colores como los lilas, malvas, verdes y azules. Mediante lo anterior encontró la manera de regalarle al pueblo de México la perspicacia de los paisajes, a través de la bidimensionalidad y profundidad pictórica de sus cuadros.
Joy Laville adquirió un dominio notable en diversas técnicas artísticas, incluyendo la acuarela, el pastel y la gráfica. Entre las categorías temáticas que más le atraían se encontraban los paisajes marinos, el desnudo femenino y las representaciones estilizadas de figuras humanas, a las cuales dotaba de una sensualidad palpable. También se dedicó a la creación de escenas cotidianas en su obra.
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