En un conversatorio que contó con la participación del arquitecto Javier Ramírez Campusano y la investigadora Diana Dayanira Morales Sánchez
“La arquitecta Ruth Rivera Marín transmitió conocimientos, pero enseñó más con su propia actitud y con su misma vida. No se limitó a la realización personal de su obra, sino que comprendió claramente la responsabilidad del profesionista mexicano para promover y encauzar sus tareas hacia acciones serias y positivas en beneficio de los profesionales mismos y también para que la disciplina en la que se trabaja se convierta en una acción colectiva común”.
Así lo señaló el arquitecto Javier Ramírez Campusano, quien participó, junto con la investigadora Diana Dayanira Morales Sánchez, en el conversatorio Ruth Rivera. Pionera de la arquitectura en México, realizado en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes el miércoles 19 de marzo, en un evento organizado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble, en colaboración con la Subdirección General de Patrimonio Artístico Inmueble.
Ante un público conformado por arquitectos, investigadores, promotores culturales, docentes, alumnos de arquitectura y público en general, los especialistas dialogaron acerca de la vida y obra de la arquitecta Rivera Marín, así como de sus aportaciones, legado y pensamiento, ofreciendo además un recorrido visual y sonoro sobre su trayectoria, con énfasis en algunas de sus etapas para entender cómo se consolidaron sus proyectos y conceptos sobre arquitectura, urbanismo, patrimonio y otras teorías desarrolladas en el campo arquitectónico.
Ramírez Campusano afirmó que, además de la generosidad que caracterizó toda su obra y los actos de su vida, Rivera Marín fue “la más activa promotora de la divulgación de la arquitectura mexicana” a través de un sinnúmero de exposiciones realizadas en el país y en el extranjero, en las que con gran modestia exaltó la obra de sus colegas mexicanos y frecuentemente olvidaba la propia. Así lo hizo en 1956 con la exposición Cuatro mil años de arquitectura mexicana, la cual permitió al Colegio de Arquitectos de México recibir, de parte de la Sociedad de Artistas Franceses, el Gran Premio de Honor, recordó.
Destacó también su paso por el Departamento de Arquitectura del INBAL, desde donde impulsó programas de exposiciones, conferencias, reuniones nacionales e internacionales y otras actividades difundidas a través de los Cuadernos de Arquitectura, publicación creada por ella y editada por el INBAL.
“Los Cuadernos de Arquitectura siguen vigentes, ya que en ellos se presentan sólidos conceptos teóricos, como la teoría de la arquitectura del maestro José Villagrán García, a quien Pedro Ramírez Vázquez consideraba como padre de la arquitectura mexicana moderna”.
Explicó que Rivera Marín entendió la arquitectura en su forma más limpia y pura: “Audaz y realista en la aplicación de la técnica contemporánea, respetuosa de nuestras tradiciones, pero valiente en la expresión contemporánea de los valores culturales constantes de nuestras artes plásticas y, sobre todo, con conciencia de que se trata de una disciplina que no puede perseguir como fin primario y primordial la simple creación de formas, sino, fundamentalmente, la de representar un servicio social. Un dato poco conocido es que fue, junto con Carmen Barrera, la primera en dirigir el Museo de Arte Moderno, y fueron ellas quienes formaron la primera colección de dicho museo”.
En su intervención, la investigadora Diana Dayanira Morales Sánchez explicó que las arquitectas pioneras suelen enfrentar barreras de género y sociales, pero su trabajo sienta precedente para futuras generaciones. “Rescatar la memoria, visibilizar y reivindicar el legado de las arquitectas pioneras no es un acto nostálgico, sino un posicionamiento para transformar la profesión”.
Expresó que, en el caso de Ruth Rivera, su papel como una de las primeras arquitectas mexicanas, su influencia en la conservación del patrimonio y su incansable labor en la difusión de la arquitectura, la convierten en una de las protagonistas de la historia nacional. “Ruth Rivera Marín desempeñó un papel clave en la institucionalización y promoción de la arquitectura en México. Su labor como jefa del Departamento de Arquitectura del INBAL marcó un punto de inflexión en la manera en que el Estado promovió y documentó la arquitectura mexicana”.
“En el siglo XXI, a 98 años del nacimiento de Ruth Rivera –destacó la investigadora– hay dos aproximaciones posibles a su legado. La primera es mediante la revisión de las fuentes documentales, y la segunda es habitando los espacios que proyectó y restauró de la estructura cultural de nuestro país. Aproximarse a Ruth Rivera mediante las fuentes documentales permite reconstruir su pensamiento, su labor y reconocer su liderazgo gremial.
Y concluyó: “Sus escritos, correspondencia y artículos reflejan su compromiso con la conservación y la puesta en valor del patrimonio, mientras que documentos administrativos y sus memorias evidencian su influencia en las instituciones nacionales e internacionales, así como su actuación para la difusión de la cultura arquitectónica mexicana. Analizar estas fuentes ayuda a comprender las propuestas e ideas que revelan el contexto en el que operó, pero también las labores intelectuales en las que participó y los desafíos que enfrentó”.
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