El programa se repetirá este domingo 19 de mayo a las 12:15, en el Palacio de Bellas Artes.
Bajo la dirección del invitado Juan Carlos Lomónaco, uno de los músicos más destacados de la actualidad, la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) llevó a cabo el doceavo programa de su Primera Temporada 2024 – Diálogos, para celebrar los 200 años del nacimiento del compositor austriaco Anton Bruckner (1824 – 1896).
Con el apoyo de la Secretaría de Cultura federal y del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), este concierto celebrado el fin de semana en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes devino en una auténtica fiesta de potentes sonoridades que mantuvieron la atención del público a lo largo de la sesión, con el aplauso generoso de su parte.
Este festejo a Anton Bruckner fue precedido por una alegre y festiva interpretación de la Sinfonía núm. 83 en Sol menor, Hoboken I/83, La gallina, del también austriaco Franz Joseph Haydn (1732–1809), en la que la agrupación que dirige como titular el maestro Ludwig Carrasco hizo gala de su destreza para adecuarse a las necesidades de cada obra y salir reducida en metales, maderas y percusiones, sin menoscabo de su potente sonoridad, cobijada por la colosal cortina metálica del Palacio.
El maestro Lomónaco adentró de inmediato a la orquesta en una enérgica interpretación en el inicio, seria y profunda hacia la mitad, y alegre y contundente hacia el final, de tal forma que, eso sí, puso al público “con la piel de gallina”.
“En estos días es poco frecuente escuchar una obra de Haydn en las salas de concierto en México. Por eso, esta interpretación de la OSN en el Palacio de Bellas Artes me parece importante, divertida, necesaria, y muy refrescante”, dijo el maestro Ludwig Carrasco, quien presenció el concierto desde las butacas sin poder evitar el movimiento de manos como si estuviera en el pódium.
Luego vino la celebración del programa: los 200 años del nacimiento del compositor Anton Bruckner en el doble centenario de su nacimiento. La obra elegida para la ocasión fue su Sinfonía núm. 4, Romántica (versión 1878-80) en Mi bemol mayor.
Conocida como “la romántica”, la sinfonía se caracterizó por su extensión (una hora con cinco minutos), lo que en su momento se tuvo como un desafío a la extensión de las sinfonías de Beethoven, como su Novena.
No obstante, la interpretación de la principal agrupación musical de México, bajo la batuta de Juan Carlos Lomónaco, hizo las delicias del público con una serie de potentes bloques temáticos, un tejido interno más rítmico que melódico-armónico, y una gran destreza en combinaciones sonoras. Como lo demandó la partitura, los temas heroicos de los metales aquí contraponen a las suaves melodías de las cuerdas, destacando de manera especial la participación de los cornos que lograron los aplausos del público.
Como el compositor austriaco lo pregonaba, se trata de música pura en su forma tradicional, con conmovedoras sorpresas sonoras, tiernas a ratos y monumentales en otros, pero grandiosa en dimensiones y densa en su volumen sonoro: la mística del sonido, pues.
El programa 200 años celebrando a Bruckner, de la Orquesta Sinfónica Nacional, se repetirá el domingo 19 de mayo a las 12:15 h en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes.
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