El Palacio de Bellas Artes ha sido escenario de los grandes artistas e intelectuales de nuestro país, y a lo largo de su historia también ha recibido a múltiples figuras internacionales.
Esta historia no se remonta a su apertura, en 1934, sino mucho antes. Se sabe que, el arquitecto Adamo Boari ya soñaba su inauguración con bombo y platillos. Hace un año, cuando Sergio Vela anunció el estreno en México de La fanciulla del West, comentó que el arquitecto italiano, acaso el primer artista internacional del Palacio de Bellas Artes, planeaba estrenar una obra de Puccini como acto inaugural, suceso artístico que no se concretó.
Se puede decir, entonces, que la ópera siempre estuvo ligada a la historia del inmueble. Se sabe que1919 el famoso tenor Enrico Caruso visitó México, donde se presentó en diversos escenarios, uno de éstos fue la obra negra del hoy Palacio de Bellas Artes, lugar en el que "ensayó" su voz, anécdota que califica el melómano Eduardo Elizalde como el bautizo del principal recinto cultural de nuestro país.
Otra de las anécdotas inolvidables del recinto son las presentaciones de Aída y Tosca que realizó Maria Callas en 1950, junto al tenor Kurt Baum, donde, en una entrevista para su biógrafo, recordó que el si bemol alto en Aída, un gesto que rememoró a la soprano Ángela Peralta, provocó la molestia de su compañero por el revuelo y festejo que generó.
Ligado al recuerdo de María Callas, está la presencia del tenor italiano Giuseppe di Stefano, quien, tras su éxito en La Scala de Milán y en el Metropolitan de New York, se presentó en el recinto mexicano junto a la soprano griega en 1952 y en los años siguientes.
Una de las grandes voces del mundo, sin duda, fue Luciano Pavarotti, quien estuvo en México en diversas ocasiones. Sin embargo, entre las anécdotas más recordadas se encuentra el concierto histórico que ofreció en el Palacio de Bellas Artes en 1997, que fue visto, gracias al apoyo de pantallas en la explanada de Bellas Artes, el Centro Nacional de las Artes y el Auditorio Nacional, por más de 17 mil personas. Sin embargo, el italiano, aún no tan famoso, ya se había presentado en el recinto en 1969, con La bohème, de Puccini.
Además de estos grandes artistas, entre los cantantes que se han presentado en este magno recinto, se encuentran las sopranos Montserrat Caballé, Lily Pons, Helen Traubel y Astrid Varnay, los tenores Mario del Monaco y Ferruccio Tagliavini; el barítono Leonard Warren; la mezzosoprano Giulietta Simionato; la soprano y mezzosoprano Regina Resnik, y el bajo Salvatore Baccaloni.
El teatro ha tenido presencia importante en el Palacio de Bellas Artes, baste recordar que su inauguración, el 29 de septiembre de 1934, fue con La verdad sospechosa, de Juan Ruiz de Alarcón. Su escenario ha recibido importantes producciones como las del director de origen alemán radicado en México, Fernando Wagner, así como el polaco naturalizado mexicano Ludwik Margules, quienes, además, adoptaron a nuestro país como propio.
Entre otras personalidades presentes en el Palacio se encuentran el famoso actor y director francés, admirado por Juan José Arreola, Louis Jouvet, quien se presentó en 1945. Asimismo, dio función la compañía teatral de la pareja francesa Madeleine Renaud y Jean-Louis Barrault en 1956.
El mimo francés Marcel Marceau se encuentra también las páginas inolvidables del Palacio de Bellas Artes a partir de su primera presentación en 1957, fecha a partir de la cual regresaría para montar espléndidas escenificaciones como El papalote, La envidia, La ira, Adolescencia, Madurez y Vejez y muerte.
Considerado el padre del teatro mexicano, cuyas ideas y enseñanzas marcaron la escena mexicana, el japonés Seki Sano recibió asilo político en nuestro país durante 1939, durante la presidencia de Lázaro Cárdenas. Bajo su dirección escénica, se presentaron no solo obras de teatro sino de danza. Sin embargo, uno de sus trabajos más memorables lo presentó en el escenario principal del recinto de mármol, en 1948, donde estrenó la obra Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams, versión que el propio autor presenció y elogió por encima de la producción de Broadway.
En la línea literaria, el Palacio de Bellas Artes ha sido lugar de encuentro de grandes letrados internacionales. Además de Tennessee Williams, quien ganó el Pulitzer por la obra mencionada, grandes autores cuya obra ha merecido el Premio Nobel que han reflexionado y compartido anécdotas, análisis y lecturas entre sus muros.
Entre algunas de las anécdotas está el desencuentro que tuvieron en el vestíbulo del recinto, el 12 de febrero de 1976, los escritores, hasta entonces amigos y todavía sin el reconocimiento de la academia sueca, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, al término del estreno de la película Sobrevivientes de los Andes.
José Saramago, Julio Cortázar y el guatemalteco radicado en México, Luis Cardoza y Aragón, entre muchos escritores más, han llegado con su palabra al público embelesado por su obra escrita y a personas que desconocían el prodigio de sus textos, mediante su presencia en Palacio de Bellas Artes.
Los mejores ejecutantes de danza y coreógrafos como el ruso Rudolf Nuréyev, el francés Maurice Béjart, la cubana Alicia Alonso, en estilo clásico, así como la legendaria Anna Sokolow, una de las iniciadoras de la danza moderna en México, y la emblemática Pina Bausch, máxima figura de la danza contemporánea, crearon experiencias indelebles en los espectadores, testigos de su grandeza artística.
El gran coliseo cultural, como algún día lo llamó el cronista y periodista Armando de María y Campos, ha sido desde su inauguración y es hoy en día, un escenario abierto al mejor arte nacional e internacional que vincula a nuestro país con el mundo.
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