El bailarín y coreógrafo presentó la pieza Conversaciones sobre el fin del mundo, en el marco de la exposición que se presenta en el Laboratorio Arte Alameda del Inbal
Uno de los sueños de la artista mexicana Helen Escobedo (1934-2010) fue que sus obras, sobre todo sus instalaciones, establecieran un diálogo con otras manifestaciones artísticas para crear en los espectadores atmósferas perceptibles a todos los sentidos.
Eso sucedió la noche del jueves, cuando el coreógrafo y bailarín Diego Vega Solorza presentó, por única ocasión, la coreografía Conversaciones sobre el fin del mundo, en el Laboratorio Arte Alameda, en el marco de la exposición Helen Escobedo: Ambientes totales.
A invitación del recinto del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), el coreógrafo visitó la muestra individual y de inmediato sintió una conexión con la artista. Y es que las creaciones de la mexicana no dejan indiferentes a nadie.
Conversaciones sobre el fin de mundo se divide en tres partes que tuvieron como fondo las instalaciones de Escobedo: Hoy como ayer, Los mojados y Moda papalotera. Al combinar las artes visuales con danza, se cumplió el sueño de la artista mexicana Helen Escobedo.
El espectáculo dancístico fue presenciado por alrededor de 70 personas. La mayoría de ellas estuvieron formadas desde antes de comenzar la función y muchas no pudieron ingresar.
En la primera coreografía, el bailarín Víctor Rodríguez, con la música original de Sebastián Lechuga, creó una simbiosis con la obra de la artista y logró transmitir muchas sensaciones al público.
La segunda pieza tuvo lugar en la sala en donde se exhibe la instalación titulada Los mojados, envuelta en una atmósfera semioscura e inquietante. La bailarina Carla Segovia danzó en medio de la instalación y logró crear una combinación perfecta entre arte y coreografía.
La parte final corrió a cargo del propio autor, Diego Vega, quien presentó su danza en la sala en que se expone Moda papalotera. La música también fue compuesta por Lechuga. Vega atrapó la atención de los asistentes, debido a que su propio cuerpo parecía una prolongación de la obra de Escobedo.
En una hoja de sala de la muestra, se lee un texto escrito en computadora y a mano por la propia artista que dice: “Una instalación es la extensión temporal y espacial de una idea que debe involucrar al espectador haciéndolo copartícipe al desplazarlo física y mentalmente a través de la obra en una estética de interdependencia”.
Y agrega: “El espacio para mí no es abstracto, tiene un destino en donde predomina lo visual, más la dimensión corporal del afectado, del observador, del visitante, habitante o del público general”.
Sin duda, esos pensamientos de la artista se cumplieron cabalmente con la coreografía Conversaciones sobre el fin del mundo, que a decir del autor fue un experimento artístico que intentó crear una poética del cuerpo.
Finalmente, habría que destacar que la exposición de Escobedo, que revisa su trabajo realizado entre 1969 y 2010, sobre todo sus instalaciones, de la cual fue pionera en México, estará abierta hasta octubre en el Laboratorio Arte Alameda (Dr. Mora 7, Centro Histórico. Horario de visita: de martes a domingo de 9:00 a 17:00 horas).
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