La acción ofrecerá una mirada al pueblo fronterizo de Altar, en Sonora, donde ha cobrado auge el fenómeno de la migración.
En el contexto de la exposición Otr*s Mund*s en el Museo Tamayo, se exhibe la pieza Objetos de mi jardín de Miguel Fernández de Castro, artista sonorense que presentará el performance Cuando los ojos bajan del cerro el próximo jueves 20 de febrero, a las 16 horas. La entrada será libre.
El performance “hace alusión a esas comunicaciones que vienen de los cerros, de gente escondida en ellos que observa lo que pasa abajo, en el pueblo de Altar, Sonora, y el desierto que llega hasta la frontera”. Sin embargo, ese fenómeno al que se hace referencia es realizado en un contexto complejo, explicó el creador.
Detalló que Altar es un pueblo fronterizo, colindante con Arizona, en el que, por su situación geográfica (es una zona rural en el desierto), se dan cierto tipo de economías ilegales relacionadas con la migración. “Durante los últimos años, particularmente el último, hice grabaciones de las radiofrecuencias que utilizan los ‘puntos’, en otras partes les llaman ‘halcones’, quienes se colocan en los cerros para comunicar todo lo que ven, todo lo que se mueve”.
El performance consistirá en un acto de escucha y lectura, en el que participará Edson Diosdado, exmiembro de las Fuerzas Especiales del Ejército Mexicano. “Le pedí esta colaboración por lo que implica. Durante el performance, Edson escuchará las grabaciones originales con unos audífonos y, posteriormente, leerá las transcripciones en voz alta”.
Dijo que este cambio de la escucha privada a la lectura y enunciación corresponde a la naturaleza de las comunicaciones: “Son radiofrecuencias encriptadas, lo que se escucha son claves (letras, números, palabras) y su naturaleza misma es permanecer ocultas para la ley y las demás personas, por lo cual es difícil entender de lo que se está hablando. Acorde con eso, es que decidí mantenerlas en ese círculo cerrado, un poco, también por seguridad.
“Solo Edson es quien escucha las grabaciones originales, y a través de su voz el público tendrá acceso a ellas. Por otro lado, es importante que él haga esa escucha original, pues fueron comunicaciones dedicadas a vigilar a la institución del Ejército, es decir, ‘escucho lo que me vigila’, lo cual produce una suerte de espejeo”, detalló.
Miguel Fernández de Castro señaló que su trabajo es profundamente político, de denuncia, con el interés de mover el criterio del público y llevarlo al límite, en tanto que su trabajo “borra las fronteras entre lo legal y lo ilegal. Si bien usar un equipo de radiofrecuencias no es ilegal, el uso que uno le dé puede serlo”.
Sobre el contexto en que se concibe esta pieza, explicó que Altar, de donde es oriundo, económicamente depende de la migración y otras actividades no lícitas: “En algún momento, en los años ochenta, se traficaba mota; en los noventa fue otro tipo de drogas y armas; a partir del año 2000 inició el auge del tráfico de migrantes. Es una zona aislada que facilita ese tipo de actividades. Los ‘puntos’ están ahí para otorgar seguridad a esos flujos. En Altar todos bebemos, directa o indirectamente, de esa economía y, si la migración se va, el pueblo se viene abajo, porque muchas actividades giran en torno a este fenómeno, y ahí es donde se mezcla lo legal e ilegal. Esto es lo que quiero puntualizar en mi trabajo”, subrayó.
Posterior al performance, a las 17 horas, Fernández de Castro ofrecerá una charla en el auditorio del recinto, donde profundizará sobre las ideas y los procesos que hay detrás del performance y de la instalación Objetos de mi jardín.
Al invitar al público a asistir y participar en estas actividades, adelantó que verán “una acción, un testimonio de la guerra y las realidades que vivimos los pueblos rurales en el norte de México”.
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