Los colombianos somos reconocidos por nuestra imborrable sonrisa a pesar de las circunstancias y por nuestra manera de superar las adversidades con un buen chiste; y esto se ve reflejado también en el arte. "Bien conocida es la cercanía entre lo trágico y lo cómico en la vecindad de lo humano. La cotidianidad parece estar tan saturada de mínimas catástrofes, de brutalidad rutinaria, de injusticias inauditas, que el humor aparece como una consecuencia apenas natural, como un salvavidas construido con los destrozos, como una prometedora flor que nace del fango. La comedia nos salva de morir degollados por la guadaña de lo irrevocable." Nos cuenta Juan Pablo Felix, director de El Cajón, una obra que a través de la comedia, refleja nuestra cotidianidad.
"El Cajón es una propuesta del joven dramaturgo colombiano Gustavo Miranda Ángel que reúne lo trágico y lo cómico, haciendo que convivan, ya no en un mismo vecindario, sino en una misma casa; es un pequeño recorrido por las habitaciones de un país bárbaro, egoísta, despintado y maloliente, que aún no sabe cómo recuperarse, cómo restaurarse después de siglos de una violencia macroscópica. Ante este panorama pre-apocalíptico, pareciera que la única opción es la queja o la depresión y allí es cuando la comedia se convierte en el mejor refugio para reír mientras nos horrorizamos frente a aquello en que nos hemos convertido. La comedia puede entregarnos la esperanza de la transformación, si entendemos que no basta con reírme de la tragedia ajena, si no trabajo por aliviar la mía, la nuestra, la del país entero." Estas son las palabras del director refiriéndose a la obra que a través de la comedia, hace una fuerte crítica a una sociedad que vive la muerte a diario. Juan Pablo nos concedió el espacio para saber mas de esta puesta en escena y podernos adentrar al universo de una farsa que mientras no hace reír, nos sirve de espejo para nuestros propios defectos.
¿De qué trata la obra?
"El Cajón" es la historia de un matrimonio de marido y mujer que busca a toda costa
organizar el mejor funeral para él. Doña Débora se ha convertido no en una wedding
planner sino en una funeral planner, pues el pobre de su esposo sufre de una desolación profunda, que comenzó después de la partida de su hijo Gael al viejo continente. En su búsqueda encuentran a Jesús, uno de los mejores agentes funerarios de Iberoamérica, a quien lo acompaña su asistente, Jessica, una filósofa, sexóloga, sicóloga y fotógrafa parecida al presidente del senado de Colombia: no tiene diplomas. Después de conocerse, su vida cambiará para siempre. Y su muerte también. Para siempre.
¿Cuál es su mensaje principal?
Creo que la misma obra es el mensaje, pero si hubiera uno, sería que si se quiere hacer las cosas bien, las tiene que hacer uno mismo.
¿Cómo ha sido el montaje? ¿Cuáles han sido los mayores retos?
El montaje ha sido un proceso tan maravilloso como desafiante. Mi idea de la
configuración de un evento escénico está basada en la colaboración que se da desde todas las disciplinas que intervienen en el proceso. Pero no hubo nunca una lluvia de ideas sino más bien un huracán creativo categoría cinco, en el que se probaba con todo y al final sólo sobrevivía el desastre. Sin embargo, poco a poco fueron llegando las ayudas. La sinergia que se produce cuando somos capaces de desechar las ideas propias y permitir su transformación es fantástica. Es increíble cuando admitimos que no tenemos la razón y es aún mejor cuando nos damos cuenta de que, aunque tengamos la razón, eso no es lo importante. Tener la razón es inútil y eso es algo que me cuesta mucho aceptar como director. Sin embargo, es el único camino para que el proceso sea igual de enriquecedor y fructífero para todo un equipo.
Los mayores retos tuvieron que ver con el texto, que salta de la farsa al realismo entre línea y línea, y con los compañeros de apartamento de Daniel Toro, -uno de los actores-, quienes se quedaron sin los muebles de su sala durante varias semanas para que pudiéramos ensayar allí. A ellos, nuestro sincero agradecimiento.
¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con este elenco?
Ha sido como una reunión de traductores simultáneos. Lo que pasa es que son actores que tienen diversas formaciones y procedencias: hay dos paisas, una valluna y un argentino, formados en diferentes disciplinas y entrenados con metodologías diferentes. Ahora imagínalos siendo dirigidos por un bogotano, bajo la producción de una samaria. Toda una torre de Babel. La diferencia es que, a pesar de las diferencias, o mejor, gracias a ellas, logramos comprendernos y acordar una suerte de Esperanto escénico. Unificar sin perder de vista la singularidad fue muy complejo, pero no podemos olvidar que los procesos de conformar compañías artísticas son largos, algunas veces accidentados y en el mejor de los casos, trascienden el montaje de una obra o de diez. Ver su transformación y sentir la propia ha sido completamente gratificante.
¿Por qué ver la obra?
Creo que es una pregunta para los espectadores después de que la hayan visto. Sin
embargo, si me atreviera a responderla, diría lo que dice uno de los personajes de la obra; es mejor ir a teatro que quedarse viendo "programas de televisión sin contenido artístico, que existen gracias a un rating sustentado en una aparente tradición familiar inventada por los canales privados para ganar mucho dinero y alimentar la ignorancia del pueblo".
¿Qué debe esperar el público?
Una historia trágica con tintes cómicos, llevada a la escena gracias al entusiasmo de un
equipo que le apuesta al hacer, más que al quedarse esperando oportunidades que tal vez nunca van a venir. La suerte hay que salir a buscarla.
No se pierdan esta obra que cargada de humor, nos acerca a nuestra propia realidad. Las boletas se pueden conseguir en las taquillas del teatro y a través de este link: https://www.pintiket.com/teatro/bogota-el-cajon-160
La temporada va del 9 de abril al 2 de mayo, todos los martes, miércoles y jueves a las 8 pm en La Maldita Vanidad.
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