La muestra ofrece una cuidadosa revisión de la vasta producción artística de más de cinco décadas de Alan Glass.
La exposición Alan Glass. Sorprendente hallazgo culmina su periodo de exhibición este domingo 23 de febrero en el Museo del Palacio de Bellas Artes. Los visitantes podrán conocer las obras del artista y sus procesos creativos, comenzando por la intimidad de su estudio a través de un video en forma de ojo humano al inicio de la muestra.
Alan Glass es considerado uno de los últimos artistas extranjeros vinculados al movimiento surrealista que eligieron México como su país de residencia. Se caracterizó por crear obras únicas que reflejan el mundo que lo rodeaba.
Uno de los aspectos más interesantes que destaca la muestra es su relación con diversos personajes de la cultura mexicana y también de talla internacional, como Alejandro Jodorowsky, Leonora Carrington, Bridget Bate Tichenor, Alfred Pellan, Aube Elléouët-Breton, Alejandra Pizarnik, André Breton, Manuel Felguérez, Lilia Carrillo y Pedro Friedeberg.
En 1958, Benjamin Péret invitó Alejandro Jodoroswky a escribir el prólogo para el catálogo de la exposición de dibujos automáticos de Alan Glass, que organizó junto con André Breton en la Galería Le Terrain Vague. Jodoroswky acogió a Alan Glass en su casa en su primera llegada a México durante 1961. Luego de años de colaboración e influencia mutua, Jodorowsky le pidió grabar su caja Enquire Within (1971) para usarla en la escenografía de la película La montaña sagrada (1973), la cual se puede apreciar en la muestra.
En 1961, Alejandro Jodorowsky presentó a Leonora Carrington con Alan Glass, y desde entonces, compartieron una íntima amistad hasta la muerte de Carrington en 2011. Juntos exploraron intereses comunes como el esoterismo, el budismo tántrico y el gnosticismo, además de la noción del huevo como símbolo cósmico. También estableció una breve amistad con Remedios Varo. En la exposición se exhibe un Barco de metal, en el cual es posible ver cómo Glass remite a las arquitecturas oníricas que se plasman en la pintura de Varo.
Aube Elléouët-Breton y Alan Glass se conocieron en Saché, Francia, donde el artista visitó el estudio de Aube y quedó fascinado por una calavera de azúcar mexicana, interés que lo trajo a México en 1961. Ambos mantuvieron una amistad cercana hasta el final de su vida. Aube regaló a Alan diversos objetos en un conjunto de cajas en forma de maletín, con fotos, cepillos, cajas de jabón antiguas, una brújula, recortes, entre otros elementos, que también se observan en la muestra.
Otro personaje importante en la vida de Glass fue Alejandra Pizarnik, quien en 1960 se mudó a París para estudiar Literatura Francesa e Historia en la Sorbona, donde entró en contacto con Alan Glass. Pizarnik le dedicó un poema en el libro Árbol de Diana (1962). En la exposición se presenta una jaula con un velero de filigrana dorada en el interior, que parece moverse a una dimensión metafísica.
A partir de 1962, Pedro Friedeberg y Alan Glass forjaron una amistad duradera y de colaboración. En una ocasión, Friedeberg le regaló a Glass una langosta viva para que aprendiera a cocinarla. Luego de este proceso, Alan incluyó el caparazón y las tenazas en una pieza artística, reconfigurándola, la cual se incluye en la muestra del Museo del Palacio de Bellas Artes.
El pintor y escultor Manuel Felguérez trabajó como escenógrafo con Alejandro Jodorowsky en 1960, quien lo presentó con Alan Glass. En 1967, Felguérez invitó a Alan a investigar las expresiones populares de México para la exposición Arte popular de las Américas, que se realizó en España, para lo cual recolectó este tipo de obras por toda la República, lo que le brindó un entendimiento más profundo de la gran diversidad artística del país.
El artista también entabló amistad con Lilia Carrillo, con quien realizó la obra La ciudad desbordada, contaminación del aire, para el Pabellón de México en la Feria Mundial de Osaka, Japón. Actualmente, esta obra se ubica en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez de Zacatecas.
Otro personaje relevante en la vida de Glass fue André Breton, quien, luego de visitar su estudio y ver sus dibujos automáticos hechos con bolígrafo, lo declaró un artista surrealista. Fue así como organizó junto con Benjamin Péret una exposición de sus obras en la Galería Le Terrain Vague. Algunas de estas creaciones también forman parte de la muestra que podrá apreciarse hasta el 23 de febrero en el Museo del Palacio de Bellas Artes.
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